Empiezo mi blog con una pequeña reflexión que deberíamos
realizarnos todos los docentes de
educación física, al finalizar una unidad de trabajo. ¿Qué han aprendido mis
alumnos durante estas sesiones?
Muchas veces nos planteamos asombrosas unidades didácticas,
con un fabuloso hilo conductor o con atrayentes juegos y actividades. Pero
muchas veces esas unidades didácticas son únicamente meras vivencias motrices,
que mis alumnos incorporan en su bagaje motor. Nuestras unidades didácticas se
deben convertir en periodos de aprendizaje de un determinado contenido o
contenidos. Pero recalcando la palabra APRENDIZAJE. En ocasiones nos
convertimos en meros oferentes de experiencias motrices y esa es una de las
causas del poco respeto que muestran algunos compañeros hacia nuestra área: la
educación física.
Debemos convertir nuestras unidades en periodos de
aprendizaje. Para ello necesitamos de uno de los aspectos más importantes, y en
ocasiones muy olvidado, del proceso de enseñanza-aprendizaje: la evaluación.
Como bien nos indican autores muy sabios en esto de la evaluación, como Blázquez
Sánchez, en el proceso educativo deben darse 3 tipos de evaluación: la inicial,
la formativa y la sumativa o final. Yo voy a ser algo “pesado” con la
evaluación inicial, la gran olvidada en muchas ocasiones. Sin ella es imposible
que podamos constatar lo aprendido al final de la unidad, no podemos adaptar
nuestras sesiones a las necesidades de nuestros alumnos, no podemos modificar
los objetivos didácticos y criterios de evaluación a la realidad de nuestro
grupo-clase y sin esta evaluación no estamos realizando bien nuestro trabajo.
No
quiero adentrarme mucho en el tema de la evaluación, lo reservare para otro
post. Simplemente he querido comenzar dejando claro la importancia de que al
programar y poner en práctica una unidad didáctica, tenemos que tener
totalmente claro que queremos que nuestros alumnos alcancen al finalizarla,
convirtiendo nuestras sesiones en la vía para que ellos superen esos criterios
de evaluación que nos hemos planteado. Redirigiendo nuestro planteamiento
inicial y adaptándolo a los problemas que puedan surgir en el proceso de
aprendizaje a lo largo de la unidad didáctica, todo ello con un único fin: QUE
MIS ALUMNOS HAYAN APRENDIDO, NO SOLO HAYAN VIVENCIADO.
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